miércoles, 23 de mayo de 2012

hay vida hay esperanza

Hoy agradezco los despertadores, los trabajos que abruman, las cuentas a pagar; hoy estoy desesperadamente agradecido por todas las cosas que me ocupan y distraen. Porque desconozco el modo de abandonar mi laberinto sin destrozarlo.
No estoy listo para destrozarlo.

2 comentarios:

Cuerpos Letrados dijo...

A veces, la rutina puede ser un lugar agradable para vivir. Un destello que de vez en cuando ilumina el laberinto.

Poner el cuerpo en ese laberinto es habitarlo, con desgarros y contradicciones. Celebro que pese a todo, no quieras destrozarlo. Saludos!

Germán dijo...

Destrozar el laberinto como única salida, como salida inevitable. Cuán cierto ¡!