miércoles, 31 de marzo de 2010

Todos los veranos fueron felices


En otoño vuelvo a Punta Indio. El pueblo está callado y amable, el sol, definitivamente amarillo. En mi casa solitaria encuentro un perfume de verano que ya no está cuando quiero atraparlo. Igual lo intento. Sé que no tengo mucho tiempo, que el verano pasado pronto será apenas un recuerdo feliz porque las penas del verano se olvidan. Pienso rápido: tal vez sean el filtro solar, las ojotas y las esterillas, las evidencias del estío por toda la casa. También las risas y el vacío de quienes iban y venían hace nada bajo el sol y ahora entreveo en el recuerdo caminando hacia el río con la piel descubierta, despreocupados porque el futuro es inofensivo.

sábado, 20 de marzo de 2010

(gracias)

Tantas veces reviso el correo con expectativas no muy realistas. Sin embargo ayer había mucho más de lo que cabía esperar. El mensaje de Andrés D'Elia traía la foto y decía lo siguiente:

"¿Cómo se mide el dolor, la tristeza o el miedo? Me encontré a este tipo con su hijo en el final de la tarde, trataba de descolgar el barrilete con una cinta métrica. Su esfuerzo inútil revelaba la exacta dimensión de la tragedia."

Le contesté preguntándole si le parecía bien que subiera su foto y sus palabras.
Dice Andrés que está orgulloso de compartirlas con ustedes.

lunes, 8 de marzo de 2010

Ser


Escribo fotógrafo. Porque en los formularios el espacio siempre es poco y donde dice "ocupación" no cabrían cosas del estilo cumplir horario en una redacción que se cae a pedazos, enloquecer mirando cada dos minutos la hora en las computadoras, rogar que pase el día para volver a la calle...
Conozco a un dibujante y pintor que pone artista, y no miente. Incluso su tarjeta personal dice “fulano, artista”.
Un día bastante lejano yo también decidí que era un artista. No lo consulté con nadie. Tampoco sabía bien qué se espera que haga un artista. Pero, a pesar de haber ganado mi pan con una docena de trabajos distintos, no sabía ser otra cosa. Así que apoyé una espada en mi hombro y me dije anda y vive tu vida de artista, buena suerte, amigo.
Ahora sé que me engañaba. Porque un artista es como un futbolista profesional, o algo así. Y no quiero mentirme más: no soy un futbolista profesional. No podría serlo.
La parte buena es que el falso artista Eduardo Carrera, con sus automatismos, sus reclamos y sus guiños, empezaba a pesarme a la hora de hacer mis fotos. Pero no es para festejar. Lo llevo como puedo. Ando por ahí, intento averiguar qué queda.