lunes, 7 de diciembre de 2009
walking around
pd: ahora, por si acaso, la cuelgo en este lugar.
martes, 17 de noviembre de 2009
domingo, 1 de noviembre de 2009
La importancia de saber idiomas
lunes, 26 de octubre de 2009
Ruta 36
Sólo un idiota puede comprar el diario para distraerse en el viaje. Hambre, sequías, inundaciones. Las noticias del futuro son tan estimulantes como las de ayer.
Miro por la ventanilla procurando no ver nada que no sean colores, formas fugaces deshilachándose antes de perderse para siempre. De cuando en cuando me distraigo de mi propósito y veo fotos que haría. Una isla de álamos casi blancos contra el cielo de plomo. Una casa de chapa en medio de la nada; eso parece, pero antes de dejarla atrás advierto que la rodea un bosque de arbolitos ínfimos, pequeñas varas que el viento dobla (hace media hora por lo menos que está por llover desesperadamente).
Se me ocurre que a muchas de mis fotografías les sobran constataciones fúnebres, que derrochan encierro, oscuridad. Necesitan aire, frescura, despreocupación. Si hago fotos distintas, tal vez sea otro mi mundo. Quién sabe. No pierdo la esperanza.
domingo, 4 de octubre de 2009
domingo, 27 de septiembre de 2009
Platos voladores
Al costado del río hacían cinco grados bajo cero, pero esperamos hasta pasada la medianoche. Más temprano es realmente difícil divisar las naves espaciales.
Acompañé a los observadores de ovnis y humanoides para fotografiarlos mientras hacían su trabajo. Ellos tomaron muchas más fotos que yo. Hacían sus imágenes con una concentración extrema, pero apenas miraban los visores de sus cámaras.
Algunos siguen un protocolo con base científica. Hay quienes obedecen voces interiores o se dejan llevar por intuiciones repentinas. Pero todos fotografían sin interrupción y luego analizan las imágenes hasta la obsesión, en la búsqueda de círculos en el aire, formas imposibles, destellos que puedan desmentir, o cuestionar, la primera capa de una realidad que a tantos deja insatisfechos.
viernes, 18 de septiembre de 2009
miércoles, 9 de septiembre de 2009
Policiales
Los chicos del rifle estaban en un descampado al costado del barrio Pepsi, rodeados por el ruido de miles de bolsas de polietileno. Casi muero de miedo al cruzármelos pero ellos mataban perdices. Me llevaron a la tosquera de Varela, donde el fin de semana pasado, durante la ola de calor, se ahogaron dos chicos y también dos personas que quisieron rescatarlos.
Bárbara tenía ocho años y sonreía con los labios pintados de rojo casi naranja en la foto que tuve que fotografiar ayer. En policiales es importante tener antes que nadie las fotos de los muertos. El sábado a la noche Bárbara escuchó voces y se acercó a la puerta cuando dispararon sobre su casa en una venganza de narcos contra su padre. Alrededor de diez disparos en el entretiempo de Argentina-Brasil, según los vecinos.
El chico que abraza a su mamá no habla; espero que viva todavía en el hotel Gardelito, del Abasto. O que haya encontrado una casa. Al Gardelito van a parar personas que la policía desaloja. La mayoría de los huéspedes del Gardelito son chicos. La terraza está llena de ropa diminuta, colorida y desteñida, secándose al sol.
lunes, 31 de agosto de 2009
El secreto de Anabela Ascar
lunes, 24 de agosto de 2009
Por eso
Lo cierto es que ahora mismo ni mi parte del blog ni mi vida somos demasiado amables.
El despertador es un campanazo que me obliga cada día a levantarme y dar pelea, hasta muy tarde, haciendo casi todo a medias, con torpeza y a veces desesperación.
Por eso, por llevar una existencia de lo más común y corriente, no encontré todavía el momento de hablarles del Girograf.
Porque hice un aparato bastante extraño que se llama Girograf y en su panza tiene las entradas y comentarios de este blog. Lo hicimos con Hernán Giagante, socio creativo en esta fábrica de un solo producto. Lo presentamos con expectativas en la feria de libros de fotos reciente y ¡no funcionó! Falló la mecánica. El concepto, creo, sigue intacto. Y seguimos trabajando. Ya les contaré.
sábado, 15 de agosto de 2009
Apariciones
Pero cuando el poder, a escondidas, mata a una persona y oculta su cuerpo, otras personas heredan su rastro, como si el agua tuviese que recordar el dibujo de una estela.
Los que quedan guardan frases, tardes, fotos, colores de ojos y otras cosas.
El domingo pasado hubo sol y tuve que fotografiar a Alejandro Pedro Sandoval Fontana. Alejandro es hijo de desaparecidos y no hace mucho que lo sabe. Hace poco supo también, y al principio, la verdad, no quiso saber nada, que quienes se hicieron pasar por sus padres se habían apropiado de él conociendo que era un bebé nacido en cautiverio.
Su vida, que había creído nítida como un cristal, de pronto tenía una grieta y un día se desplomó. Ahora fuma y dice que aceptar las cosas fue igual que quitarse una mochila muy pesada. Quiere saberlo todo, construye a sus padres con recuerdos ajenos. Al principio eran militantes borrosos; ahora más que nada son jóvenes enamorados para siempre.
Hace poco, en Entre Rios, le mostraron el Fiat bolita que usaban en días que Alejandro supone felices. Pensó en repararlo y ponerlo a nuevo. Después se le ocurrió que las huellas del tiempo eran importantes y era mejor dejarlo así.
lunes, 10 de agosto de 2009
Ya está.
lunes, 3 de agosto de 2009
martes, 28 de julio de 2009
Cat power
sábado, 18 de julio de 2009
Tres centímetros hacia un costado
Fueron días extraños. Tal vez sepan de qué les hablo. Como si alguien hubiera subido de pronto el volumen. O tuvieses una lupa delante de los ojos, todo el tiempo. Las cosas sólo parecían iguales. Incluso mi casa; como si los muebles, los enchufes, las puertas, todo se hubiese corrido, no sé, pongamos tres centímetros hacia un costado.
Los días recientes me recordaron aquel tiempo. Tal vez fue la peste y seguro tuvo que ver que no había que cumplir horario en mi trabajo (lo bueno de las pandemias es que uno puede faltar sin que lo despidan). Estuve yendo a hacer las notas en moto. En los semáforos me miré de reojo con melancólicos choferes de barbijo. Las calles habían cambiado y pasaban cosas como ir a cortarte el pelo y que te regalen una impecable y diminuta olympus de los 70, acaso la única cámara capaz de hacerme cargar, de nuevo, 35 milímetros. Hice una nota en un hospital desolado del gran buenos aires. El sábado pasado, trabajando para la revista, viajé y estuve horas mirando el cielo con un grupo encantador de observadores de ovnis y humanoides. Después abrí un correo y leí que yo había ganado un concurso importante. Lo creí y lo festejé, pero si me lo hubiese comunicado el enano en traje rojo de twin picks, no me hubiese asombrado en absoluto. Y cuando se levantó la veda de espectáculos fuimos con mi mujer a ver a Cat Power y me pareció maravilloso pero de lo más normal que alguien cante y su voz no se parezca a nada. Tampoco que dé los más torpes, conmovedores pasos de muñeca rota que haya visto.
Mañana vuelvo al trabajo de siempre, es una pena. Cuando pongo este punto final las cosas aun no han vuelto a su sitio.
lunes, 13 de julio de 2009
escalofrío
lunes, 6 de julio de 2009
jueves, 25 de junio de 2009
recién
Esto es un adiós.
Mejor no vuelvan por acá.
miércoles, 24 de junio de 2009
viernes, 5 de junio de 2009
Postal (para que no quede última una entrada un poco oscura)
domingo, 17 de mayo de 2009
el río al sol
vuelvo a Ciudad Universitaria y ahí están como siempre los estudiantes que suben las escaleras de cemento, aunque no resultan feroces como cuando yo venía sin saber muy bien para qué pero con esfuerzo a estas mismas torres truncas y perseguía el hilo enjabonado de clases a las que asistía con la panza vacía y la cabeza disparada y casi nada es igual ahora, aunque la cabeza siga yéndose por ahí y no haya dejado yo de ser alguien que mira desde afuera con la boca abierta y las hojas del otoño y el río al sol tras los ventanales sucios también sean los mismos de algún modo.
(quién puede jurar que no tendrá que viajar colado otra vez en los colectivos atestados de esta parte del mundo, que aceleran invariablemente a fondo en curvas tan cerradas que las cosas frágiles se rompen para siempre)martes, 12 de mayo de 2009
viernes, 8 de mayo de 2009
lunes, 4 de mayo de 2009
jueves, 23 de abril de 2009
Perdidos
viernes, 10 de abril de 2009
Lo que te puede pasar por mirar fotos
Más tarde creí que podía mirar entre las baldosas y alzar casi cualquier cosa como si fuese un gran pez.
(estuve mirando las fotos recientes que hice, yo fotógrafo invisible adicto a los hallazgos mínimos y las preguntas sin respuesta).
domingo, 5 de abril de 2009
Salud
Lo primero que veo hoy al despertar es el techo afelpado del autobús Charata – Buenos Aires. Casi al mismo tiempo detecto un mosquito inflado de sangre, a medio metro de mis ojos. Después aparece el puente de Zárate y noto que está saliendo el sol. Llevo catorce horas en el colectivo y faltan casi tres más hasta Retiro, aunque quién sabe si no sería mejor bajarse por ahí o no llegar nunca. Cuatro días estuve en Charata cubriendo la epidemia del dengue; entre seis y diez tendré que esperar para saber si me traje de souvenir la enfermedad.
Charata es un pueblo donde uno de cada tres ha enfermado y todos huelen a repelente. Además de la epidemia, la novedad es que hay cientos de nuevas casitas pobres y un puñado de castillos. Llevo muchos años sin volver. Siglos antes de ser la capital del dengue, Charata fue el pueblo al que fuimos a parar con mis padres y mis hermanos. Viví ahí ocho años hasta que a los diecisiete me subí a otro autobús que recuerdo mucho más polvoriento. Yo era uno de los dos chicos extraños del pueblo. El otro era Julio, mi hermano mayor. Los Carrera teníamos el monopolio de chicos extraños en Charata. Mis padres aun viven en el pueblo y también mi adorado hermano Juan que ahora tiene mujer e hija. Estos últimos días entre todos jugamos a ser una familia y como casi siempre en los juegos bruscos alguien termina tragándose los mocos e hipando a escondidas.
Pero eso fue allá lejos y yo estoy acá de vuelta, trastornado por el viaje pero corriendo con mi moto de un lado a otro; empiezo por pasar a buscar el espléndido ejemplar nuevo de mi librito Salud, obra del gran Hernán Giagante, mi impresor amigo. Hernán me entrega el libro flamante y también el viejo, el manoseado original. Después pasan muchas cosas, pero recuerdo principalmente tres: 1) que renuncia el director de mi diario y entiendo que puedo estar en la calle otra vez de un momento a otro. 2) que se me cae y rompe mi apoyavasos favorito de vidrio a rayas verdes 3) que cuando llego a casa ya no tengo el ejemplar original de Salud (por supuesto intento verlo como una cosa del destino, digamos que Salud tenía que seguir siendo un ejemplar único, pero sepan que si alguien lo encuentra y me lo devuelve no lo olvidaré nunca).