viernes, 26 de diciembre de 2008

sereno



Viajo en avión, todas las noches. Pasa desde que duermo en una obra rodeado de escombros. Sueño que vuelo, que viajo entre despierto y dormido y abajo está el mar de noche . Tal vez sea el sillón, se me ocurre, que permite una posición casi horizontal. No es que haya subido yo a muchos aviones últimamente.
De día bostezo y fotografío: deportistas, actrices, frentes de casas donde matan gente; disimulo que duermo cubierto de portland en una obra que vuela.
Anteanoche la alarma hizo pedazos el avión. Casi al mismo tiempo escuché la sirena y pasos sobre las chapas (yo sólo quería ponerme rápido el pantalón). Ayer dejé la luz encendida. Y otra vez volaba por fin sobre el agua cuando empezó a inquietarme que el sol estuviese clavado siempre en el mismo punto -justo donde la lamparita, a mi espalda pero visible de algún modo para el pasajero que soy por las noches. Y aunque no volveré a dejar luces, el vuelo terminó bien: quedaba un tramo corto hasta el despertador cuando escuché un puñado de palabras que me aflojó los músculos. Estás volando hacia el Este. Juro que eso oí.