El perro es el Abejorro, un perro sin dueño. Le pusimos Abejorro
por denso, por revolotear siempre alrededor de uno. Dos por tres lo
atropellaban los autos a los que perseguía furioso entre nubes de polvo.
Me lo crucé la última vez que fui a Punta Indio después de mucho
tiempo. No estoy seguro de que me haya reconocido. Está muy viejito.
Tiene los ojos nublados. En las noches heladas el Abejorro dormía a mis
pies y el fuego ardía durante horas que nadie contaba.
El
hombre que pesca es César. Que pesca es una forma de decir: casi sin excepciones los peces ignoraban sus carnadas y anzuelos. César
nunca será viejo. Después de tres años, su ausencia no deja de
sorprenderme. Su risa todavía me hace reír.
miércoles, 5 de octubre de 2022
Suscribirse a:
Entradas (Atom)