viernes, 31 de diciembre de 2010

Ser Dexter

Si supiera qué hacer lo haría. No me importarían las consecuencias.
Pero aquí ando, sin trabajo y casi sin tiempo libre (pensar que estás sin trabajo puede llevarte el día entero).
A la noche, para distraerme un poco, veo a Dexter, el empleado de la policía de Miami que habitualmente mata fuera de la ley en cada capítulo.
Pobre Dexter, de chico vio descuartizar a su madre. Desde entonces a todas partes lo acompaña un pasajero oscuro que lo empuja a matar.
Pero eso no es lo peor: lo realmente difícil es pasar desapercibido. Si no quiere llamar peligrosamente la atención, Dexter debe lograr una sutil representación de lo normal. Para eso debe descubrir las razones de cosas como los celos, los chistes de oficina y las fiestas de cumpleaños.

viernes, 24 de diciembre de 2010

¿Y adónde va luego la Navidad?

Los renos descansan en pueblos somnolientos.

domingo, 3 de octubre de 2010

adiós a Punta Indio

Un hombre mira por última vez el río. No volverá a pisar esa playa.
Yo, la serpiente que envuelve su corazón, espío al hombre que mira el río.

sábado, 19 de junio de 2010

Zig-zag



Llevo una vida lejos de mi madre. No sé si eso tendrá remedio algún día. Ahora mismo nos separan y nos unen mil trescientos kilómetros de rutas estropeadas que serpentean en el mapa entre pequeños círculos, estrellitas y vías de ferrocarril. Los últimos años encontramos un atajo: prestarnos o recomendarnos libros. Tiempo atrás ella me dio su ejemplar de Todos los nombres, de José Saramago. Se me han perdido los alrededores de ese libro (una época por demás confusa); no olvido la atmósfera de Todos los nombres.

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Pasó el tiempo, ya saben, el tiempo siempre está pasando. 
Saramago ya se encuentra mal de salud cuando me toca fotografiarlo en el lobby del Alvear. Le propongo que nos vayamos de ahí, que hagamos las fotos en cualquier otro lado. Empieza a refunfuñar, negándose a medias, yo le hablo de un patio con adoquines y tilos. Dice: "¿Y como a cuánto queda eso de aquí?".
Las agrias señoras de la recepción del Recoleta casi se mean al verlo llegar. Saramago les estrecha la mano una por una. Con la misma cortesía antigua más tarde busca su pluma y dedica mi flamante ejemplar de Ensayo sobre la ceguera. Apenas escribe "Eduardo" pienso que pude pedirle una dedicatoria para mi mamá. Tarde. Saramago sonríe cuando volvemos cruzando la plaza. Los dos sabemos que en el hotel esperan agentes y periodistas que estarán mirando sus relojes con incredulidad. Pero caminamos despacio, porque sus pasos se han cansado. Y tal vez porque mientras la ciudad está en sombras hay sol todavía en plaza Francia.

lunes, 7 de junio de 2010

Acción

Hoy en buenos aires el día del periodista se celebra en el diario Crítica (Maipú 271 a partir de las 13:30). Estaremos los trabajadores del diario fantasma acompañados por los colegas que vendrán a nuestra puerta a hacer fuerza para que no se cierre.

domingo, 23 de mayo de 2010

Lo bello y lo triste

A quien visite las ruinas del diario Crítica le ruego escuchar por el camino canciones muy melancólicas. Es mejor que la desolación sea un lugar normal al entrar a la redacción, a la que seguimos yendo por compañerismo, costumbre y por si algún día nos pagan.

Hace poco me pidieron una foto para la subasta a beneficio que hace Christie's en el Malba. Dudé de participar esta vez, tal como marchan las cosas, pero les envié esta foto. Ayer me la devolvieron. Educadamente me plantearon si no tenía una menos triste.
Una lección de estética que ahora, con un pie y parte del otro en la calle, debiera considerar.

miércoles, 21 de abril de 2010

Cada vez que decimos adiós


Yo era muy joven y el verano eterno porque no había futuro.
Ni el sol de enero nos quitaba la ropa negra. ¿Qué habrá sido de mis borceguíes con superpoderes?
Una mañana, cuando la inflación empezaba a entrar por las ventanas, recibí una llamada de larga distancia. Era una oferta de trabajo, pero sentí como si me hubiesen invitado a vivir en una película de Almodóvar. Nunca había estado en Europa.
Un amigo me llevó al aeropuerto en un auto destartalado. Hablábamos a los gritos. Durante el vuelo pasaron películas malas que vi de principio a fin. Recuerdo todavía la escena de dos tipos en sillas de ruedas tratando de chocarse y hacerse daño. Dos pilotos de autos de carrera que se habían accidentado (uno era Tom Cruise).
En Madrid las calles estaban heladas y oscuras en pleno mediodía. Yo arrastraba una maleta estúpidamente grande. En la estación de Chamartín tiré mis lágrimas, que empapaban un anticuado pañuelo de tela.
Pasó el tiempo y otro avión me trajo de regreso a Buenos Aires. Los álamos de la Riccieri reían al sol como años atrás. Ahí estaban a los costados los mismos grises monoblocs con las estrías anaranjadas del óxido. Las ventanas donde siempre habrá ropa secándose.
En las fotos de ese día no paro de sonreir. Miro a la cámara y sonrío, capaz de jurarles que he vuelto al verano que un día abandoné empujando una valija inútilmente grande.

miércoles, 31 de marzo de 2010

Todos los veranos fueron felices


En otoño vuelvo a Punta Indio. El pueblo está callado y amable, el sol, definitivamente amarillo. En mi casa solitaria encuentro un perfume de verano que ya no está cuando quiero atraparlo. Igual lo intento. Sé que no tengo mucho tiempo, que el verano pasado pronto será apenas un recuerdo feliz porque las penas del verano se olvidan. Pienso rápido: tal vez sean el filtro solar, las ojotas y las esterillas, las evidencias del estío por toda la casa. También las risas y el vacío de quienes iban y venían hace nada bajo el sol y ahora entreveo en el recuerdo caminando hacia el río con la piel descubierta, despreocupados porque el futuro es inofensivo.

sábado, 20 de marzo de 2010

(gracias)

Tantas veces reviso el correo con expectativas no muy realistas. Sin embargo ayer había mucho más de lo que cabía esperar. El mensaje de Andrés D'Elia traía la foto y decía lo siguiente:

"¿Cómo se mide el dolor, la tristeza o el miedo? Me encontré a este tipo con su hijo en el final de la tarde, trataba de descolgar el barrilete con una cinta métrica. Su esfuerzo inútil revelaba la exacta dimensión de la tragedia."

Le contesté preguntándole si le parecía bien que subiera su foto y sus palabras.
Dice Andrés que está orgulloso de compartirlas con ustedes.

lunes, 8 de marzo de 2010

Ser


Escribo fotógrafo. Porque en los formularios el espacio siempre es poco y donde dice "ocupación" no cabrían cosas del estilo cumplir horario en una redacción que se cae a pedazos, enloquecer mirando cada dos minutos la hora en las computadoras, rogar que pase el día para volver a la calle...
Conozco a un dibujante y pintor que pone artista, y no miente. Incluso su tarjeta personal dice “fulano, artista”.
Un día bastante lejano yo también decidí que era un artista. No lo consulté con nadie. Tampoco sabía bien qué se espera que haga un artista. Pero, a pesar de haber ganado mi pan con una docena de trabajos distintos, no sabía ser otra cosa. Así que apoyé una espada en mi hombro y me dije anda y vive tu vida de artista, buena suerte, amigo.
Ahora sé que me engañaba. Porque un artista es como un futbolista profesional, o algo así. Y no quiero mentirme más: no soy un futbolista profesional. No podría serlo.
La parte buena es que el falso artista Eduardo Carrera, con sus automatismos, sus reclamos y sus guiños, empezaba a pesarme a la hora de hacer mis fotos. Pero no es para festejar. Lo llevo como puedo. Ando por ahí, intento averiguar qué queda.

jueves, 11 de febrero de 2010

Semillas del árbol de la nostalgia


La ciudad quedó atrás como una gran explosión de película que todavía puede alcanzarme. Acelero hasta bajar de la autopista, sigo por la ruta 36, atravieso sus cuatro rotondas con pastizales, espío los pueblos dormidos al sol y los animales atropellados que se acercan dolorosamente hasta desaparecer. Por fin abro el casco para sentir el río que ya está en el aire. Minutos después estaciono la moto bajo el alero del rancho color eukanuba.
Tengo diez días de vacaciones. El día número once el mundo se derrama como en los planos antiguos en los que grandes tortugas sostienen la tierra.
Para el miedo recomiendo las estrellas de punta indio, que amenazan con hacerte desaparecer pero nunca podrían hacerte daño.
Cuando llegue el otoño, subiré fotos de vacaciones. Respetaré el género: fotos como amuletos del verano, perfectos recuerdos postizos para desenvolver durante el año. No encontrarán animales atropellados ni mundos que se derraman, espero.

jueves, 28 de enero de 2010

martes, 5 de enero de 2010

hoy gran baile en el pueblo fantasma

Cada tanto, Alberto B. vuelve a este lugar a buscar cosas que, si todavía existen, sólo puede encontrar en su corazón, aunque tal vez lo ayude contemplar el páramo.